Alentar y guiar a los empleados para que su desempeño sea más efectivo y para mejorar su percepción de sí mismos y sus habilidades para la solución de problemas.
La habilidad de trabajar con otros de manera efectiva para alcanzar un objetivo compartido –incluso cuando el propósito en juego no es de su interés personal directo–.
La habilidad de asignar responsabilidades y autoridad a los empleados correctos, considerando sus intereses, ambiciones, desarrollo y competencia. Seguimiento de las tareas delegadas.
La habilidad de revisar y analizar las fortalezas y debilidades de los empleados, para distinguir sus talentos y necesidades de desarrollo y para asegurar que realicen las actividades adecuadas para desarrollarse.
La habilidad y voluntad de conocer las necesidades y deseos del cliente y de actuar en consecuencia, considerando los costos y beneficios para la organización.